El Observatorio Europeo de la Droga y las Toxicomanías de la Unión Europea informa de que España ocupa el tercer lugar, tras el Reino Unido y Dinamarca, con mayor prevalencia de consumo de drogas de síntesis. La frecuencia de emergencias médicas por intoxicaciones y sobredosis va en aumento y se amplía también el número de consumidores, jóvenes y adolescentes, que se exponen a riesgos biopsicosociales y a otras afecciones asociadas derivadas de su consumo.
La descripción, preparación, dosis, forma de administración y los principales efectos psicoactivos de las drogas de síntesis se pueden encontrar por Internet, y su consumo se ha popularizado en el contexto de macrodiscotecas y fiestas «Rave», y se ha asociado a determinados estilos musicales.
El «éxtasis líquido» o ácido gammahidroxibutírico (GHB) no se debe confundir con el «éxtasis» o el metilendioximetanfetamina (MDMA).
El GHB, sintetizado en 1960 y utilizado inicialmente como anestésico, fue retirado del mercado farmacéutico debido a su escaso poder analgésico y a su elevada capacidad epileptógena.
En la actualidad, su uso está prohibido. El gammahidroxibutirato, o GHB, de nombre tan largo como peligroso, es una de las drogas de más reciente ingreso en el mercado ilegal.
El GHB es una sustancia que se encuentra de forma natural en cada una de las células del cuerpo humano, aunque en unas zonas es más abundante que en otras. En el cerebro, las mayores cantidades se encuentran en el hipotálamo y en los ganglios basales. También existen mayores concentraciones en el riñón, corazón, músculo esquelético y tejido adiposo marrón y se cree que es un neurotransmisor.
Pero elaborado como droga, es un líquido incoloro, inodoro y con un cierto sabor salado, que pasa inadvertido en cualquier bebida y que en muchos casos a causado estado de coma y la muerte.
Es muy utilizada también en ambientes de fisicoculturismo por sus efectos anabólicos, por lo que se utiliza clandestinamente como un esteroide sintético en muchos gimnasios y centros deportivos. Es conocida también como «liquid ecstasy,» «somatomax,» «scoop» o «grievous bodily harm».
En forma de líquido, el GHB se utiliza en algunos antros para obtener efectos similares a los del Rohypnol y poder abusar sexualmente de quienes la consumen y cada vez es mayor su uso, según reflejan datos de centros de salud a los que llegan los consumidores con graves problemas de salud.
Entre los efectos que producen en el organismo están: – Pérdida del conocimiento. – Convulsiones que aumentan su gravedad cuando se combina con metanfetaminas. – Estado de coma. – Náuseas en caso de combinarse con alcohol. – Dificultad para respirar.
Un problema con el uso del GHB, es que no es identificado en el cuerpo debido al corto tiempo que permanece en él siendo eliminado a través del sudor, orina y otros elementos excretores del organismo.
El mercado de drogas es enorme y cada vez más sustancias peligrosas para la salud y la vida se ponen al alcance de niños y jóvenes, quienes en su afán de divertirse, sentirse mayores, experimentar o ser aceptados con sus supuestos “amigos”, no se dan cuenta del riesgo que corren.
Deben estar muy atentos a lo que les sirven en los antros o a lo que les ofrecen otras personas, y evitar consumir todo aquello que pueda sonar a peligroso o dudoso y recordar que en una sola cita, pueden con lo que consumen, quedar embarazadas en caso de ser mujeres, contraer alguna enfermedad de transmisión sexual o morir, en este caso aún con dosis pequeñas. Como droga de abuso se consume por vía oral y se presenta en estado líquido en ampollas de unos 10 ml. Se consume directamente o mezclado con zumos y refrescos, aunque también es muy frecuente la ingestión mezclada con combinados alcohólicos.
Un consumidor medio ingiere 1 o 2 botellines durante la noche, aunque son frecuentes los relatos de un consumo superior a los 5 «botes» en el contexto del fin de semana. Se debe tener en cuenta que el patrón de uso más frecuente en los consumidores de GHB es el policon- sumo de otras sustancias, como tabaco, alcohol, THC, otras drogas de síntesis, alucinógenos y cocaína. El GHB es hidrosoluble y se absorbe rápidamente en el tracto gastrointestinal, atraviesa con facilidad la barrera hematoen- cefálica y placentaria.
Lorenzo Paz Gonzalo, presidente de la Asociación Vasco-Navarra de Anestesia y Dolor, no acaba de creerse que el gamma-hidroxibutirato (GHB) haya pasado a convertirse en una nueva droga.
Sin embargo, aunque las consecuencias del consumo de GHB están llegando a ser devastadoras, la historia de esta sustancia empezó siendo de lo más inocente. «Hace 15 años que yo utilizaba el GHB en Alemania como anestésico para los pacientes que estaban en unidades de cuidados intensivos. Pero se dejó de utilizar porque provocaba alucinaciones en los pacientes durante su despertar. Está claro que crea estados confusionales».
El GHB es una sustancia que se encuentra de forma natural en cada una de las células del cuerpo humano, aunque en unas zonas es más abundante que en otras. En el cerebro, las mayores cantidades se encuentran en el hipotálamo y en los ganglios basales. También existen mayores concentraciones en el riñón, corazón, músculo esquelético y tejido adiposo marrón.
Se cree que el GHB es un neurotransmisor, pero no está del todo claro porque no cumple todos los requisitos para considerarlo como tal. Lo que sí está demostrado es que es el precursor de un neurotransmisor: el GABA, o ácido gamma-aminobutírico, con quien tiene bastantes cosas en común.
Cuando se estudiaron las semejanzas y diferencias entre estas dos sustancias fue cuando empezó la verdadera historia del éxtasis líquido.
Hace 30 años, un investigador francés sintetizó, por primera vez, en su laboratorio el GHB. Con ello, H. Laborit pretendía averiguar cuáles eran los efectos del GABA, pero se encontró con el inconveniente de que esta sustancia no podía atravesar la barrera de entrada al cerebro.
El GHB es un precursor en el metabolismo del GABA y tenía la ventaja de que sí podía pasar dicha barrera hematoencefálica. Laborit sólo tuvo que cambiar el grupo amino del GABA por el hidroxilo, para conseguir el GHB y estudiar cómo actuaba.
Se vió entonces que el nuevo compuesto produce efectos que van más allá que los del GABA. Uno de ellos es que el GHB es un potente depresor del Sistema Nervioso Central y su consumo produce una subida temporal de la concentración de la dopamina en el cerebro, haciendo que las personas se sientan mejor y más alertas.
Así, en los años siguientes, el GHB se empezó a utilizar como anestésico; para la terapia de la narcolepsia; para ayudar en el parto (logra dilatar el cuello del útero); y para el tratamiento de la adicción al alcohol y la heroína.
En los años 80, el GHB se podía encontrar fácilmente en las tiendas sin receta médica, y era consumido sobre todo por los culturistas (se descubrió que, tras su consumo, se estimula la hormona de crecimiento). Nada hacía sospechar sobre la nueva sustancia. Durante 30 años, hasta la entrada de los años 90, todos los estudios sobre el GHB hablaban de sus muchas ventajas y de la ausencia de efectos secundarios. Pero fue a principios de esta década cuando la FDA (EEUU) lo retiró del mercado por seguridad pública. En 1991, dos científicos de California informaron sobre los 10 primeros casos de intoxicación por GHB y denunciaron su «gran potencial como sustancia de abuso».
Los doctores Chin y Kreutzer encontraron que los pacientes entrevistados todos consumidores de GHB experimentaban una agradable excitación, y que muchos de ellos continuaban ingiriendo la sustancia porque les hacía sentirse bien.
Los autores concluyeron que podía ser un peligro para la salud, aunque no tenían pruebas de sus efectos a largo plazo ni de si creaba o no adicción.
Los dos científicos identificaron, así, a los 10 primeros intoxicados por consumo de GHB. Cuatro de ellos no sabían qué dosis habían tomado, otros cuatro lo habían ingerido con otras drogas (generalmente alcohol), y el resto tenía historia médica de epilepsia (que está contraindicada con esta sustancia). «Parte de la gravedad de esta droga», manifestó a EL MUNDO Juan Ignacio Jiménez Frisuelos, presidente de la Unión Española de Asociaciones de Asistencia al Drogodependiente (UNAD), «estriba, precisamente, en que no se puede controlar la cantidad que consumes. Mientras que una pastilla es una pastilla, la dosis de una droga líquida es más difícil de controlar».
El conocimiento sobre los efectos indeseados del GHB se ha ido ampliando. Según el doctor José M. Torrecilla, del Instituto Nacional de Toxicología, «el GHB puede producir alucinaciones, delirio, euforia y efectos anestésicos. Los primeros síntomas pueden consistir en somnolencia, hipotonía, confusión, cefalea y desequilibrio y, posteriormente, evolucionar hacia un coma con alteraciones respiratorias severas por depresión del Sistema Nervioso Central».
Parece que el GHB tiene efectos impredecibles en los seres humanos, y que varían mucho de una persona a otra. Algunos comparan los efectos con beber alcohol. «Te da una subida muy agradable y te sientes un poco alegre», dice uno de sus consumidores. «Y todos tus sentidos se despiertan durante una hora». Algunos dicen que su efecto es parecido a tomar una mezcla de éxtasis y ácido. Otro de los consumidores lo describió de la siguiente forma: «Me sentía como si estuviese en una burbuja, plenamente consciente, pero, sin embargo, mis amigos me aseguraron que estuve inconsciente y vomitando».
Normalmente, el GHB se toma mezclado con agua. Y, cada vez, la dosis, la pureza y la química del cuerpo del consumidor son una combinación distinta. De ahí la variedad de efectos. «Algo que con un gramo y medio normalmente causaría una ligera somnolencia, puede provocar un estado repentino de inconsciencia cuando la dosis es ligeramente mayor», dice William J. Mitchell de la Drug Enforcement Administration (DEA), de EEUU.
A pesar de que el GHB recibe el nombre de éxtasis líquido, no tiene nada que ver con ese nombre. El éxtasis es un derivado de la anfetamina, y el gamma-hidroxibutirato es un componente natural del metabolismo de los mamíferos. La mayor parte de esta droga se vende en la calle y en los clubs, y se hace de forma ilegal en los laboratorios.
El presidente de la UNAD recuerda el único caso de consumo de éxtasis líquido que ha llegado hasta una de las asociaciones: «Comentó que los efectos fueron rapidísimos y muy fuertes. A los tres o cuatro minutos de haber consumido el GHB sintió una auténtica euforia. Reconoció, además, que la percepción de la realidad estaba totalmente distorsionada y que se puso muy violento porque creía que todos estaban en contra suya. Al día siguiente del consumo de la droga fue, al parecer, devastador.
La manifestación clínica más frecuente en caso de intoxicación ha sido el coma de corta duración, y más raras veces la muerte.
El GHB, que se utiliza genéricamente en forma líquida, no se detecta en la sangre o la orina en los análisis toxicológicos sistemáticos. El diagnóstico de laboratorio se realiza por cromatografía de gases y espectrometría de masas. Se considera la intoxicación aguda por esta sustancia como una nueva entidad clínica a tener en cuenta en el diagnóstico diferencial del coma de etiología no aclarada. La instauración del coma es relativamente sú- bita, se puede producir en el mismo lugar de consumo y suele estar precedida de un estado de agitación, temblores, mioclonías o convulsiones. El coma es hipotónico e hiporrefléctico, las pupilas suelen estar midriáticas y la respiración reducida. Algunos pacientes vomitan, con riesgo de broncoaspiración. Un patrón de consumo continuado puede producir dependencia y se ha descrito un síndrome de abstinencia que se inicia entre 3 y 6 horas después de la última dosis.
Para tratar la intoxicación o sobredosis aguda por GHB o similares (GHL, 1,4-GB) no se dispone de ningún antagonista. La naloxona y el flumazenilo son ineficaces, y el lavado gástrico y la administración de carbón activado tampoco están indicados, ya que estas sustancias se absorben con gran rapidez. El tratamiento se basa en medidas sintomáticas y de soporte respiratorio. En el caso de síndrome de abstinencia, el tratamiento inicial recomendado es el diazepam en dosis altas. Los efectos depresores del GHB en el sistema nervioso central (SNC) son característicos: a dosis de 10 mg/kg produce amnesia, 30 mg/kg promueven el sueño y a partir de 50 mg/kg facilitan la anestesia, que llega a episodios severos confusionales y coma.
Por tanto, estos efectos, y por tolerancia cruzada, se pue- den potenciar con el uso asociado de otras sustancias depresoras del SNC: alcohol, cannabis, benzodiacepinas, neurolépticos, opiáceos, etc., por lo que podrían observarse intoxicaciones agudas con cantidades inferiores de GHB.
Después de haber ingerido, por vía oral, un botellín de «éxtasis líquido» y a partir de los 20-45 minutos, el GHB consumido alcanza su concentración máxima, con una vida media de 30 minutos. Se elimina por la orina sólo y aproximadamente un 1% de la dosis administrada y, transcurridas 12 horas de su consumo es indetectable en dicho fluido. La capacidad del GHB para producir dependencia física no es bien conocida, pues su empleo como droga de abuso es reciente; en todo caso, si se utiliza con un patrón de consumo continuado presenta una clara capacidad adictiva, ya que se han descrito casos de síndrome de abstinencia cuando se interrumpe su administración.
«Los botes sirven para animarte», «no enganchan», «son afrodisíacos», «aumentan la potencia sexual», «son seguros, la peña los toma y no pasa nada», «si vas muy espitao y te tragas un par, te calman», etc.
Éstas son algunas de las respuestas que dieron 2.155 adolescentes y jóvenes que habían visitado la exposición itinerante «A tota pastilla», de los que 1.700 eran alumnos escolarizados entre 14 y 19 años y 455 eran jóvenes y adolescentes entre 16 y 30 años. Como se puede observar, los efectos deseados por los consumidores de GHB son los euforizantes (que experimentan, mayoritariamente, a dosis bajas) y los sedativos o tranquilizantes. El efecto desinhibidor que se obtiene al principio se describe como potenciador de la libido, de la sensualidad y, en general, como desinhibidor sexual. El 12,6% de los alumnos escolarizados (14 a 19 años) manifestaron haber consumido en alguna ocasión drogas de síntesis, de los que un 21,4% manifestó a la vez haber consumido «éxtasis líquido» al menos en una ocasión.
Tomando como referencia a la población de jóvenes y adolescentes de entre 16 y 30 años, el 53,8% manifestó haber consumido drogas de síntesis en alguna ocasión y, de ellos, un 58,4% manifestó haber consumido «éxtasis líquido» en al menos una ocasión y mayoritaria- mente en el contexto de la discoteca o macrodiscoteca y en las fiestas «Rave». El consumo aislado de «éxtasis líquido» es muy excepcional; la mayoría de los consumidores lo utiliza junto con otras sustancias que en sí mismas ya conllevan riesgo de desencadenar enfermedades asociadas y enfermedades psiquiátricas, sobre todo en individuos genéticamente predispuestos.
Ana Ces
Coordinadora de Programas de Fundació Fòrum