Las mentiras del adicto

En esta entrada intentaremos echar luz sobre las mentiras del adicto, y desentrañar por qué “la mentira” como forma de vida, es una de las primeras cuestiones que se deben trabajar en el proceso de rehabilitación. Como se suele decir, una mentira lleva a la otra y por lo general, la mitomanía de muchas personas es apenas un síntoma de otros problemas subyacentes. Es por esto que las personas adictas suelen ser mentirosas. Y es que las mentiras se transforman en una parte “fundamental” de sus vidas. Mentir para drogarse, mentir para conseguir dinero, mentir para ocultar los momentos de consumo, mentir para tapar otras mentiras… mentir, mentir, mentir. La mentira se apodera de las personas y las aísla de su círculo de amigos, familiares, compañeros laborales, etc.

A medida que pasa el tiempo, la mentira se convierte en la forma de vida de muchos adictos, profundizando aún más su adicción y empeorando sus cuadros psicológicos y emocionales.

 

La confianza

La mentira constante genera que las personas empiecen a perder la confianza. Y como muchos familiares y amigos de adictos saben, la confianza no es algo fácil de recuperar, más bien es algo que se construye en el tiempo y puede tardar años.

 

El autoengaño

El cerebro de un adicto modifica la forma de interpretar las emociones y los sentimientos tomando el control sobre su persona y llevándolo a que su única finalidad sea el consumo. Por lo que la mentira y el autoengaño son factores comunes en la vida de cualquier persona que busca consumir.

Las mentiras sin freno generan el llamado efecto “bola de nieve”, en el que una mentira lleva a otra mentira más grande… hasta que todo lo que el mentiroso dice es puesto en tela de juicio.

Al mentir tanto, la misma persona comienza a creerse sus propias mentiras o a engañarse, es decir, empieza a eludir la realidad y a tener pensamientos que lo llevan a creer que no tiene un verdadero problema con las drogas, que no necesita ayuda profesional y que puede dejarlo cuando quiera. 

Esto deriva en que la persona nunca es realmente consciente de su adicción, hundiéndose en un espiral muy difícil de frenar y generando problemas en su salud mental y en sus vínculos.

Básicamente, el adicto miente por vergüenza y se autoengaña como mecanismo para justificar su consumo. En este sentido, frases como “puedo dejarla cuando quiera”, es algo que realmente cree y que le sirve como excusa para seguir consumiendo.

 

Creencias adictivas y permisivas

El cerebro de un adicto crea una necesidad de consumo la cual es causada por cuestiones internas (depresión, soledad, etc.) o externas (personas o lugares relacionados con el consumo).

Estos estímulos actúan como detonantes y comienzan a generar la creencia adictiva mediante la cual la persona piensa que NECESITA consumir para sentirse mejor, relajarse o para que sus problemas desaparezcan. Esta falsa necesidad, le sirve como justificativo de consumo y le hace creer que realmente tiene el poder de dejarlo.

 

Reconocer el problema es la única forma de dejar de mentir

En los momentos posteriores en los que el adicto consume, generalmente lo invade la vergüenza. Es ahí cuando puede estar más receptivo a hablar, abrirse y reconocer su problema.

La mayoría de las veces, la adicción lleva a que la persona tenga grandes problemas económicos, familiares o de salud. Cuando siente que ha tocado fondo, es cuando puede estar permeable a decir la verdad, reconocer su adicción e iniciar un tratamiento. 

Es importante prestar atención a estas señales para poder actuar de inmediato y ayudar a ese ser querido que está atravesando uno de los peores momentos de la enfermedad. 

Animarse a pedir ayuda profesional es parte de la solución, aún estás a tiempo, no dudes en contactarnos. 

 

 

Ana Ces
Coordinadora de Programas de Fundació Fòrum

Ana